Desde mi sangre de mar dibujo 
la perfección de la noche:
la pulcritud de sus sombras 
sabe y huele a brisa;
y tus labios, en mi pubis, 
logran que mis ojos 
emitan cantos de sirenas…
Somos el diálogo del silencio,
el aura lunar lloviéndose y bautizando
las flores del almendro, el sueño nocturnal 
de los pájaros, la entelequia
de los árboles queriendo alcanzar el cielo:
balada de simientes renovadas 
desde las entrañas vulnerables de la tierra.
Mis caderas sostienen el vaivén 
de tu universo a punto de rasgarse,
recargo el temblor de mis huesos en la luz
que va amaneciendo en tu vientre, 
y mi espalda en tu boca
para marcar el compás
en un solo verso de agua sin retorno…
 
 
Issa Martínez
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