sábado, 9 de junio de 2007

mini cuento erótico

Patricia Ortiz

Era ya un vicio. Se cruzaba ante mí el rostro de Serrat y su boca entreabierta cantando "mírame, mírame, mírame y no me toques, pero mírame" cuando mis ojos se encontraban día tras día con los tuyos en el colectivo. Jamás habíamos intercambiado una palabra pero ambos nos entregábamos gustosos al jueguito de las miradas, ahondándonos, disfrutando con en esa extraña forma de excitarnos. Recuerdo que sentía como me ibas quitando la ropa que se perdía en el suelo -entre los pies de los pasajeros – y me aferraba a tus ojos cuando aquél conductor cómplice aceleraba al doblar y frenaba bruscamente ocasionando fuertes sacudidas. Era más placentero aún el momento en que el tumulto descendía en la estación y podía sentarme cómoda, mientras vos seguías de pie, a pesar de los asientos vacíos. Abría la cartera y sacaba un caramelo, volvía a mirarte mientras lo pelaba, lo llevaba a mi boca y lo empezaba a chupar. Cuando faltaban dos paradas para mi destino, me paraba lentamente y caminaba hacia la puerta, tocaba el timbre y recién ahí sonreía, en el orgásmico descenso –por la puerta trasera- sintiendo la humedad en mi sexo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario