
1   
Nube blanca o estrella nueva 
en un cielo largo de verano, 
así eres tú, compañera, 
suave como la luz tierna 
de un corazón bordado 
con el hilo azul de la dulzura, 
marea de sueños transparentes 
e íntimos tesoros 
que sólo la caricia fértil de unas manos 
se atreve a poner al descubierto.   
2   
Tu piel es una tregua infinita 
donde hierven sin límite todas las ansias, 
un horizonte limpio 
que descorre las cortinas del alma 
y envuelve en papel de seda 
esta negra soledad de náufrago.   
3   
En tu sonrisa de cometa alegre 
madura la luz, 
vuelan pájaros de espuma y frenesí 
y arde el tuétano del aire 
como la paja seca de un granero 
en mitad de un rojo incendio. 
Tu llanto es un cuchillo 
que rasga la médula del tiempo, 
un loco polvorín de voces tristes 
que me invade sin freno 
hasta el fondo de los huesos.   
4   
Ven y llena mi taza de fuego, 
corta la espina del rosal amargo 
donde se ocultan las penas. 
Derrite este círculo de nieve 
que corre helado por las venas 
y no sabe en qué abismo infinito 
esconde el destino 
su agria sentencia de muerte.   
5   
Házme volar en tus relámpagos 
hasta dejar atrás el cielo. 
Pérmiteme que sea 
una gaviota blanca en tu cerebro 
para que pueda abrir mis alas dentro 
y surcar las olas destiladas 
de tu océano secreto.   
6   
Así eres tú, compañera, 
un suspiro de acróbata en el filo del silencio, 
un delirio de luz que vuelca sus enigmas 
en el balcón abierto 
de sus ojos llenos de agua clara. 
Así eres tú, compañera. 
Así, de esta manera 
que yo te digo y te imagino, 
una nube blanca o una estrella nueva 
que se mueve en círculos abiertos 
por el hueco vacío de mi almohada.   
7   
Un velo de abriles nuevos 
bordado con finos hilos de deseo 
te cubre el rostro, 
es un retal  hermoso de seda 
que viste de tules la noche 
e inunda el alma de ciegas pasiones. 
Es una fiebre de junio, 
una rosa de adolescencia 
que huele a primavera intacta 
y estrena aromas de coral y terciopelo.   
8   
Eres hilo que enhebra los retales 
del que fui, del que soy, del que seré, 
una ola abierta 
en la  marea ardiente del atardecer 
que trepa a la arena de mis costas. 
Eres lluvia que fertiliza el alma 
y fermenta la ternura de mis dedos 
como si fuera levadura eterna 
que el infinito siembra en la piel. 
Eres un mar profundo y definitivo 
lleno de juegos malabares 
que devora el agua de mis ríos 
y ahoga en el azul todas las penas.   
9   
Vuela libre, compañera, 
y surca el cielo, 
vive esta aventura breve 
que el tiempo te regala, 
disfruta de la vida y explora tu destino, 
descubre el horizonte transparente 
de toda la ternura de los siglos.   
10   
Siembra de alegría el aire, 
a veces tan vacío o carente de sentido, 
y aprecia el valor irrepetible de las cosas, 
y a pesar de que el tiempo desnudo y sin careta 
es un pozo amargo y profundo 
donde sólo florecen los árboles de la muerte, 
derrámate sobre mi almohada como un sueño 
y dale algunas pinceladas de color 
a esta vida que pasa a la deriva 
como un velero que se va a pique 
sin que nadie detenga su agonía.   
11   
Eres uva en la cepa de mis versos, 
racimo egregio que crece en la parra 
de los sentimientos 
y abre territorios fértiles 
de ternuras audaces 
en el ritmo frenético de las palabras. 
Eres fiebre cálida, 
loca precisión de ola salvaje 
que se ajusta a la cadera 
y se apodera de la médula 
con sus golpes de espuma acumulada 
y sonrisas derretidas de sirena.   
12   
Tú, esperanza alada 
donde confluyen todos los ríos 
arteriales del pensamiento, 
eres luna de círculo completo, 
grito de estrellas blancas 
acampadas en los surcos 
más azules de las venas, 
eres flor de cumbres imantadas 
que inunda de polen 
y vuelos de mariposas blancas 
la amarga raíz cuadrada del mañana.   
13   
Vuela, compañera, 
como un pájaro que tiembla y que palpita 
en el azul del aire, 
como un verso que estalla en el oído 
el carnaval florido de sus haces. 
Vuela, compañera, 
como un viento tranquilo 
que besa 
las hojas secas y amarillas de mi otoño. 
Vuela, compañera, vuela, 
que el cielo pertenece al infinito 
y la ternura carece de fronteras.   
Noviembre 2001©Fernando Luis Pérez Poza 
Pontevedra. España.