¿Será, tras la luna llena?
Solo escucho su susurro
cual melodiosa campana,
que por la noche engalana 
y titila como estrella. 
  
Dicen que tiene un aliado 
al que le llaman  cupido 
que ensarta flechas cargadas 
de dulces mieles bañadas, 
muy precisas y certeras. 
  
Como hermoso Colibrí 
revolotea por doquier, 
más sus flechas esperadas 
no reparte dadivoso. 
  
Como duende se dispersa, 
invisible y muy juicioso, 
aparece sin avisos 
dando presos, victimarios. 
  
Mi deseo es encontrarlo, 
gozar de sus dulces mieles, 
que me aprisione en su encanto 
sin ocuparme en desdenes. 
  
Preciso de su tibieza, 
Alucinar en su canto, 
si he de perder la cabeza, lo haré, 
 aunque me cueste mil llantos. 
  
Gloria Eugenia Lemus. 
14/09/09
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