Amo el milagro eterno de tus labios
abiertos sobre el surco de los míos,
floreciendo en el pétalo del beso.
Amo tu lengua inquieta relevando
con exhaustividad cada detalle
de la topografía de mi boca.
Amo el oficio experto de tus manos
de artista cincelando con paciencia,
centímetro a centímetro, mi cuerpo.
Amo tu piel fundiéndose en la mía,
su aroma, su sabor, su itinerario
de humedad, sus repliegues, sus fronteras.
Te amo en cada rincón, cada latido.
Cristina Longinotti
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