
Para que sientas el tono de la noche que llama desde mi carne,
y percibas la inquietud de la luna derramada en mis ojos;
para que el sonido de las sombras cabriolando en mis entrañas
se disuelva en tus manos: voy a verter la promesa de mis labios
hacia el aire anocheciendo al impasse de tu mirada para ser lluvia.
Mi amor: los vientos de febrero dejaron a la memoria sin palabras,
y aunque te encuentre tácito en la tristeza del pájaro,
y contenido en la voz del silencio quebrado o trémolo de luz
de la mañana que no llega, mis manos amoldan aún,
el gemido sin tragedia que mi beso te provoca y la exactitud
con la que mi cadera cabe entre tus piernas.
La oscuridad rehíla en el silencio que me habita, y deshila
sus temblores hasta la Vesta , de ahí aíslo el eco de mi placer
desnudo y húmedo que guardo en esta caracola nocturna:
y toda mar de noche, arrebato el tiempo a tus canas tristes con mi boca.
Donde te espero siempre,
me lloran los huesos ternuras sublevadas y discontinuas,
y se me desvela la piel con la invidencia infiel de tu juventud distante.
Porque te amo,
el tiempo de toda tu vida se resume
en la sangre de todas y cada una mis horas.
Issa M. Martínez Llongueras
Co-responsable General: REMES
Subdirectora Palabras Diversas