No necesité llamadores de Ángeles
para quebrar la espera
para arrojar el tiempo
y abrir las cortinas del pecho de par en par.
No necesité alforjas donde acumular tristezas
orificios que cerrar una tarde de lluvia
ni ceniceros que vaciar
en las zanjas del lamento.
No necesité el recuerdo de la partida emprendida
porque jamás te fuiste,
sólo marchó tu cuerpo
pero tu alma quedó junto a la mía.
Liliana Varela 2008
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