Caen los velos negros
sobre los siete cielos.
Languidece la ternura de tu lengua
sobre el recorrido
en el secreto
de mi cuerpo ya sin tregua.
No corresponden los destinos
a estas manos.
No coinciden las estrellas
sobre tus sueños.
Florece la piel luminosa.
Renace el encuentro
en el remanso oculto.
Fluye un torrente eléctrico
e intentas esconderlo.
La sangre tuya se vuelve hacia mí.
Revive por mí.
Se desenvuelve lo inimaginable,
lo insondable,
en mis labios.
Tu alma se alberga en mí
a través del portal de mi lengua.
Caes rendido y lo niegas.
El vértigo de mi vientre
te renueva.
Ya no puedes responder.
Ya no te retienes.
Fluyes en mi misma sangre
para darte poder.
8 de Septiembre del 2003.
Amparo Carranza Vélez.
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