Que no te duela.
Soy ya pasado, mujer, me fui en el tiempo
Ayer me amaste, me diste tu inocencia.
Yo aún te amo, mas pronto lograré
todo dolor, necesidad, carencia
ya no serán, mujer.
Te olvidaré.
Evocarán mis dedos tu piel seda
temblando, extraviaré tu ardor cobrizo.
no gozaré tu risa, tu suspiro liso
ni tu gemir final, cuando el placer te acceda.
Pero
verás, mujer,
te olvidaré.
Por otro llorarás, no beberé la gema
de tus ojos de ninfa, gato, armiño.
Perderé los fluidos de tu niño
cuando lleno de ardor tirita, trema.
Pero eso
mujer,
lo olvidaré.
Pero vete, mujer. Ya no te duelas.
Amanece feliz. Yo ya te olvido
No me mires. No me hables. Ya no seas
más que pasado. Abandona el nido.
Ya no llores por mí. Me basto sólo.
para sentir que fuiste lo que has sido.
Ya hasta olvidé tu nombre
Vete. ¡Vete!
Te olvidaré.
*****
Y yo
Merodearé los hielos más australes,
para enfriar el hambre de mi carne.
Horadarán mis ojos una espina
para nublar tu mirada cristalina.
Me volveré loco, idiota, lelo
para perder en el caos todo anhelo.
Y por fin, ya en la fosa mi conciencia
en el borde mohoso de la muerte.
Sin memoria, luz, vista, inocencia
Sin dolor ya,
por fin,
te nombraré.
Carlos Adalberto Fernández